jueves, 28 de julio de 2011

Al gramófono en la pared, al son de vívidas alquimias.

Córvidos marcapasos disfrazados de farolas titilaban en constante alardeo de impaciencia. En la alcoba del lisérgico despertar, la lluvia asimilaba la calígine imprecisa de sus líneas. Ambos catarían líricas regaladas y se entregarían a diversos artísticos insólitos. En flamígeras cámaras animaban sombras teñidas de púrpura, de camaleónicas sábanas y cálidas braquipneas. En quizás y en siempre, los pigmentos catapultaban demasiado prudentes fantasmas. Y las esquinas se volvían aire. Paralelismos de sueño, y latentes animales corroían su lujuria.

Inmundos, ubicuos, amaban el púrpura en un ojalá cadencial, en la circulación anudada de un quizás, sí. Despiertos azares racionales se escabullían por la puerta, esperando nuevas máscaras que cáscaras usurpar. Frío continuo caminaba cristal como sus árticas etiquetas. En círculos y espirales la tela se rasgaba cual brújula difusa, en perspectiva incógnita. Y letras se escapaban de sus poros. Lírica penetraba por su sexo, el ocaso caía, reflejando su surrealista unión de ausencias. Sus corazones en erección, su orgasmo latiendo por las esquinas y reflejando el espejo de sus cristales, muerto de frío. En segundos nadie respiraba y la tenue pulsión que él impelía causaba impúbicas corrientes eléctricas, índigo en pieles que constreñían sus retinas hasta el infinito. En verde el corsé sesgaba el aire, la calima teñida de miradas latentes, de súbito derrame de calima interna. Recreando una y otra vez líneas melismáticas, exteriores entrañas se anudaban en vaho espasmódico. Ella plañía de goce, en un timbre inusual de medianoche céfira. Llenaban cada resquicio sus pupilas, al asimilar y degenerar la cordura que tildaba sus cábalas. Ahogan asfixias de boira y fuego espirando extáticos eros. Habían aniquilado cada causalidad, cada atisbo de insurgencia por sus venas era encorsetado en su neblina. Condensaba cada rincón que se esfumaba de sus labios, y mientras ella humedecía el frío suelo con vapor animal. Él no acentuaba simples cavidades cóncavas de cadencias granates, cartílagos nunca autómatas. Al gramófono en la pared, a la tonalidad cáustica que angosta los compases interminables fluidos astrágalos buscándose, ilíacos balanceándose, esdrújulas accionando resortes estáticos. Al son de vívidas alquimias, mis dedos buscaban sus gemidos, sin espejos, torbellinos entre táctiles direcciones. Esdrújula apnea, horizontal ráfaga, inexangües partículas del yo. En ella, en inconsciente, en vórtice. Soplo de repentino sollozo, escurre su cencellada en ella, inspirando su diafragma, causando su boca, sima ilógica abierta en párpados que desesperaban avaricia de perversión. En detalles bajo cero, sobre uno, había investigado su océano atmosférico, bajo el mar sobre las nubes, cúmulos espectadores que capturaban cada gota de aquella incorpórea existencia. Arquitectura de humores planificaba sinople extinguiéndose en cierta cúspide.

 Relámpagos rasgaban raudaces refriegas, en irracionales enredaderas que restallaban su rostro, rapsodia. Íncubo azuzaba sus lágrimas, orgasmo que zozobraba frágiles vidrios rotos. Crepita desde lo más hondo de sus alambres, cisura que unía, yaciente casual sin longitudes, abarcando tal solipsismo.

 Psíquico unísono hacía de sus dientes carmesí, de sus ropajes ser, de su sexo Conjugación.

2 comentarios:

  1. La única que vibra aquí soy yo con las palabras que envuelven tus textos.

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  2. Tienes un estilo peculiar describiendo cada milésima de segundo que compone las escenas de tu texto.
    Bellísimas palabras.
    Ojalá consiga detallar algún día tanto como lo haces tú.
    Enhorabuena por el blog, tienes una seguidora perenne.
    Un beso :)

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