domingo, 10 de abril de 2011

Delirios.


Caminaba por una ciudad desconocida. El timón de mi vida no daba para más. Inmerso en mi música, qué importaba la dirección. Ignoré las luces de neón que titilaban en la noche, y crucé por un paso de cebra. Me encontré en una calle larguísima, que se hundía en la niebla de medianoche. Salió a mi encuentro un tipo, pelo negro y coleta, barba de días y mirada inteligente.Tenía la intención de hablarme, así que me quité uno de los auriculares. Movía sus labios, pero yo no escuchaba ni un hilo de voz . Veía cómo se movían sus labios, cómo enfatizaba sus "palabras" con gestos exagerados y muecas extrañas. Pensé que me había quedado sordo, como en mis otros sueños. Pero no, en el otro auricular seguía sonando House of Wolves. Igualmente, quité el otro, para escucharlo y poder aguzar el oído. Nada. Seguía sin escuchar sus palabras. De repente, como si se hubiera interpuesto una barrera insonorizada entre nosotros o mis oídos estuviesen taponados por tener la música a demasiado volumen, pude oírlo. Pude entender frases sueltas: "...no puedes llegar tan tarde. Tienes que pagar un precio.". Mientras intentaba a duras penas encontrarle sentido a esas palabras, me quedé ciego. Como si el mundo se hubiese apagado de repente. Sentí que alguien me agarraba, y me forzaba a arrodillarme. Volvió la luz, y vi al tipo sujetándome las muñecas con una mano. Y me di la vuelta. Allí estaba otro tipo, más alto, que parecía una versión joven de mi profesor de Filosofía, riendo. Con un brazo me sometía la espalda, y con el otro, barajaba cartas, que se fundían en el suelo. Volví mi vista hacia adelante. Mi tipo cogía ahora un puñal, y se acercaba a mis brazos. Oh, no. Sin mediar palabra, comenzó a desollar los nudillos de mis manos. Yo no sentía nada, guiaba mi vista hacia el suelo. Veía cómo caía mi sangre al suelo. De algún lugar caían negativos. Miré en ellos, como intentando descubrir una respuesta o un sentido. En los negativos aparecía yo, desangrándome. A cada movimiento que yo hacía, caía otro, caía más sangre. La cabeza me daba vueltas, pensé que moriría allí, desangrado, y me desplomé sobre la acera. Dormí, no soñé, y al despertar, reconocí mi habitación. Sentado, delante de mí, estaba un viejo. No lo había visto en mi vida. Sostenía una sonrisa fría, casi tétrica, como una máscara de carnaval. Probé a hacer gestos delante de su cara, pero permanecía inmutable. Sólo cuando estuve a su lado,vi que se trataba de una escultura de cera. Hiperrealista donde las haya. Antes de poder girarme, sentí un hachazo en plena columna, y me desmayé. Volví a entrever la realidad. Ahora sentía un tacto suave, que me producía cosquillas. Levanté la vista, y me vi sentado en medio de un campo vastísimo, sin fin. El horizonte se confundía con el gris del cielo, de las nubes informes. Miré mis manos. Donde debería haber heridas, vi costras de color turquesa.



Me desperté.

3 comentarios:

  1. Me ha encantado! Y.. me alego que hayas abierto un blog. Un beso, que estés bien. Te sigo =)

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  2. Me encanta, bienvenido a blogger :)
    Un beso.

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  3. ¡Álex! *-*
    Te sigo. Desde ya. No dejes de escribir, ¿vale?
    ¡Un beso!

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